Sobre clasificaciones: ortodoxos, heterodoxos y paradigma dominante (II)

Hace una semana se plasmaron las principales características que definen al paradigma dominante en economía (mainstream) y a la ortodoxia.

A modo de recordatorio, ortodoxia hacía alusión a aquellos economistas que emplean, para sus investigaciones y análisis, el enfoque neo-clásico, que supone agentes racionales y representativos y combina cálculos marginales y nociones de equilibrio general, mientras que el paradigma dominante en esta ciencia social era sinónimo de prestigio y respeto dentro de los círculos académicos más influyentes. Así, podían existir casos de economistas que planteasen modelos y enfoques alternativos a la teoría neo-clásica pero que aún así fueran respetados y tuvieran un gran poder de divulgación y aplicación de ideas e incluso fueran ganadores del Premio Nobel.

La distinción ofreció ventajas y claridad aunque provocó, naturalmente, una nueva dificultad. ¿Cómo uno califica a un grupo del mainstream que no forma parte de la ortodoxia? ¿Es heterodoxia? En ese caso, ¿existe un mainstream heterodoxo y otro no?

Como veremos en esta entrada, definir heterodoxia es una tarea sumamente compleja. Según Dequech (2007) podemos tomar dos estrategias: definir a heterodoxia de manera positiva o de forma negativa.

La primera implica postular una serie de requisitos y características (tal como se hace con ortodoxia) para definir cuándo un economista se puede o debe considerar como heterodoxo. No obstante, dada la variedad de escuelas y enfoques que difieren de la ortodoxia es sumamente complejo armar una serie de requisitos a cumplir para poder clasificar en heterodoxas (o no) a las distintas escuelas del pensamiento económico.

Por ejemplo, la escuela post-keynesiana poco tiene que ver con la escuela austríaca, y no habría manera de definir a heterodoxia de manera positiva para incluir a ambas en tal conjunto. Optar por este camino pareciera ser problemático e inútil (la idea sería poder abarcar a varias escuelas y no solo un puñado de ellas).

Podemos proceder a la segunda estrategia que a su vez tiene dos ramificaciones posibles: definir heterodoxia como lo opuesto a mainstream o como lo contrario a ortodoxo.

Si definimos heterodoxia como lo opuesto a ortodoxia entonces dejamos libre la posibilidad de que economistas influyentes y prestigiosos que difieren en algunos aspectos del enfoque metodológico neo-clásico sean considerados heterodoxos. No obstante, dentro del enorme conjunto que define a heterodoxia existirían diferencias notables en metodologías, ideas teóricas, políticas, entre otras.

Esta opción es la más empleada cuando uno googlea las diferencias en el término: ser heterodoxo es no ser ortodoxo.

En su texto sobre el término “neo-clásico”, Colander (2000) afirma que hoy en día pocos economistas aplican tal metodología y que la “economía moderna”, entendida como lo realizado en los últimos años, difiere sustancialmente de la manera de pensar de hace cien años, y a pesar de que ortodoxia pueda ser definida como la escuela dominante más reciente, hoy en día la supervivencia del método está cuestionada. Por citar solo un ejemplo, la revolución que vino de la mano de la teoría de juegos no está considerada en el enfoque neo-clásico y hoy en día es aplicada en numerosas teorías económicas. Si la clasificación es estricta, es sumamente difícil identificar a un/a investigador/a que cumpla con todos los criterios de la escuela neo-clásica a la hora de estudiar algún fenómeno, por lo que a fin de cuentas podría suceder que nadie fuera netamente neo-clásico, por lo que definir heterodoxo en oposición a ortodoxia podría ser de escasa utilidad: abarcaría a la casi totalidad de los economistas.

Si heterodoxia es lo opuesto a mainstream tendríamos un conjunto mucho menor al definido en los párrafos anteriores aunque surgirían posiblemente algunas inconsistencias. Existen algunos enfoques, como el de la escuela institucionalista, con gran influencia dentro de otras áreas y que, pese a no ser escuelas económicas dominantes sí lo son dentro de otras disciplinas estrechamente relacionadas, como la sociología. ¿Estamos dispuestos a afirmar que disciplinas que constituyen la guía metodológica en otras áreas de la economía no son parte del mainstream económico?

Si la respuesta es afirmativa entonces el mapa de división tendría dos grandes áreas: mainstream y heterodoxia. Una es complemento de la otra (en términos de conjunto, es decir, si tomamos a los dos grupos tendríamos a todos los economistas) y dentro del primer conjunto se encontrarían los ortodoxos.

Queda claro, en definitiva, que ser heterodoxo es, por lo menos, no adoptar el enfoque neoclásico. Tal vez pueda decir más, tal vez menos.

No pareciera ser grave que existan distintas maneras y alternativas de definir el concepto, siempre y cuando se aclare qué se entiende por tal corriente cuando se hace referencia a ella.

El siguiente gráfico provisto Knowgarden (ver referencias) resume en buena parte lo discutido en estos dos artículos:

https://knowgarden.wordpress.com/2015/05/

https://knowgarden.wordpress.com/2015/05/ en base a Dobusch y Kapeller (2012)

Lo interesante del gráfico es que refleja como existe una relación, por más pequeña que sea, entre las corrientes principales y las distintas escuelas que han ido surgiendo en respuesta a los postulados neo-clásicos.

La variedad refleja la dificultad de definir heterodoxia en términos positivos. La fuerte presencia de la escuela del comportamiento como paradigma dominante refleja la dificultad de definir a heterodoxia como lo opuesto a la economía neo-clásica. La pequeña (pero existente) influencia de cada escuela dentro del paradigma dominante ilustra las posibles dinámicas y aportes que cualquier escuela, por más o menos heterodoxa que sea, puede llegar a aportar (y con ello influir) en el mainstream.

Sabemos qué es ortodoxia. Heterodoxia va a gusto del consumidor. Eso sí, cuidado con la carta de presentación, porque si se las arreglan cualquiera puede ser heterodoxo y allí ya no es claro qué sentido tiene emplear tal caracterización.

Al fin y al cabo, tal vez, es hora de comenzar a recordar una mayor cantidad de términos y llamar a las cosas por su nombre.

 

 

Referencias:

Dequech, David (2007). “Neoclassical, mainstream, orthodox, and heterodox economics,” Journal of Post Keynesian Economics, 30(2): 279-302.

Colander, D. (2000). The death of neoclassical economics. Journal of the History of Economic Thought22(2), 127-143.

 

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