La economía: el docente voluntario de las ciencias sociales

A raíz del paro anunciado por los docentes en la provincia de Buenos Aires se viralizó un tweet de un ex docente universitario que se ofrecía voluntariamente a “sustituir” a los/as maestros/as en la provincia de Buenos Aires, lo que provocó un comportamiento similar en miles de personas más que afirmaban estar en condiciones de ir a dar clases de lo que hiciera falta con tal de evitar que el inicio de clases no se diera en tiempo y forma.

La idea general que caracterizó a los 15 mil tweets de la semana pasada minimiza las cualidades y requisitos que se necesitan para poder estar al frente de un grado. Pareciera ser que para muchos la docencia no tiene por detrás una profesión ni una vocación, sino que se reduce a tener algún conocimiento de algún área académica en particular y que la transmisión de ese saber se reduce a la mera presencia de uno en una escuela, sin importar los recursos pedagógicos que se necesitan, por ejemplo.

Los hechos aquí narrados podrían llegar a tener un vínculo con algo que se viene debatiendo en los últimos años en el campo de investigación de la economía. El 13 de septiembre del 2016 Andrés López, director del departamento de economía en la Universidad de Buenos Aires, publicó una nota en la que llamaba a los economistas a un baño de humildad.

Para encuadrarlo en los conceptos y las discusiones ya mencionadas, pareciera ser que en las últimas décadas la ciencia económica ha estado investigando (en algunos casos, claro) como un twittero voluntario de la educación, en el sentido de que ha minimizado los conocimientos que se requieren para abordar preguntas de otras disciplinas y se ha auto invitado a temas de investigación no tan cercanos a sus clásicos interrogantes.

Cuando uno analiza los principales artículos publicados en las revistas académicas de mayor prestigio en el mainstream de la economía , como The American Economic Review, se puede visualizar una mayor tendencia de investigaciones con metodologías empíricas, y muchos menos con abordaje teórico.

Alguien que es ajeno a esta ciencia podría intuir y afirmar que esos abordajes empíricos se deben haber estado encargando de responder preguntas del tipo “por qué hay países ricos y pobres”, “qué factores aumentan la desigualdad del ingreso en una sociedad” o “cuánto va a valer el dólar en los próximos meses (o días)”. Nada más ajeno a la realidad y de lo que supieron plantear Adam Smith, David Ricardo, John Maynard Keynes o Acemoglu y Robinson desde 1776 hasta los años recientes.

El denominado “sesgo de publicación”, caracterizado por la obsesión de producir artículos en revistas académicas que llenen el currículum vitae, ha llevado a los economistas a publicar resultados sobre las consecuencias de fumar o sobre las mejores políticas públicas que se deben aplicar para mejorar la educación en el secundario, caracterizados por un abordaje de la temática a través de bases de datos y estadísticas y prescindiendo del aporte que podrían realizar médicos especializados en los efectos del tabaco o especialistas en educación.

En muchos casos se tratan de temas divertidos y experimentos que cuentan resultados curiosos sobre el accionar humano y que a este blog le encanta recolectar y transmitir. Desde ya que esas historias contadas son interesantes y que en muchos casos pueden contribuir a una mejor comprensión del comportamiento individual y social; no obstante, se puede tornar peligroso cuando se abandonan las preguntas que dieron lugar al nacimiento de esta ciencia, sobretodo porque si hay algo que le debe a la sociedad esta ciencia social son respuestas y capacidad para predecir las crisis macroeconómicas que una y otra vez golpean con mayor fuerza a los de menores ingresos.

La economía ha avanzado a pasos gigantescos en lo que se refiere al manejo de información y a la identificación de relaciones causales. Si lo combina con su capacidad para pensar y modelar teóricamente problemas e interrogantes, deja de lado su complejo de superioridad y complementa el trabajo con especialistas de otras áreas entonces tal vez la deuda se pueda comenzar a saldar.

Si, por el contrario, continua por la senda de minimizar las capacidades que desarrollaron otras disciplinas en campos específicos bajo el argumento de tener un fin en sí mismo, como lo es el entendimiento del mundo real, se puede convertir en un twittero que, con la intención de defender a la educación, le retira el apoyo a los que verdaderamente necesitamos para mejorarla.

 

Referencias

El Imperio contraataca: humildad y análisis empírico en la tribu de los economistas

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