Marihuana y el corazón: donde habita la correlación

Hace dos semanas se realizaron las elecciones presidenciales en Estados Unidos y el foco de atención estuvo centrado, naturalmente, sobre la sorpresiva victoria de Donald Trump. Pese a ello, ese día algunos Estados también tuvieron que decidir sobre otros tópicos. En particular, California, Florida, Massachusetts, Dakota del Norte, Maine, Arkansas, Montana, Arizona y Nevana dieron su voto respecto a distintas reformas legales que giran en torno al uso de la marihuana.

Las temáticas variaron de acuerdo a si se trataba de legalizar solo el uso medicinal (Florida, Arkansas, Dakota del Norte, Montana) o también su empleo recreativo.

En este contexto, uno podría suponer que ambas partes (a favor o en contra de la legalización) podrían acudir a investigaciones científicas para poder sustentar y fundamentar los argumentos presentados. Probablemente lo mejor sería no hacerlo: se sabe poco y nada.

Para lo que se refiere a consumo medicinal, como se relata en este post de  “El gato y la caja”, los pocos artículos científicos que han podido identificar las relaciones causales entre consumo y resultados indican resultados positivos en, por ejemplo, el tratamiento de dolores crónicos, la esclerosis múltiple y los efectos adversos de la quimioterapia.

En cuanto al consumo en general, mientras que algunos estudios presentaron evidencia acerca de los cambios negativos producidos en el cerebro por el consumo regular de esta droga (Meier y otros, 2012) otras investigaciones no pudieron replicar ni obtener los mismos resultados (Weiland y otros, 2015), lo cual es problemático dado que nos invita a sospechar de toda conclusión.

Académicos expertos en medicina ya se encuentran demasiado ocupados investigando los efectos del consumo de marihuana y la economía poco tiene que hacer en ese ámbito. No obstante, pareciera ser que las mayores trabas que se encuentran a la hora de obtener conclusiones rigorosas pasan por una cuestión de identificación, algo que a este blog le encanta tratar.

Correlación no es casualidad” pero eso es lo que pareciera encontrarse en una enorme cantidad de publicaciones y artículos periodísticos divulgados sobre la temática. Por ejemplo, si se encontrara que la relación entre fumar tabaco y marihuana es positiva lejos estaría de implicar que el consumo de tabaco es una puerta de entrada al de marihuana. Podría estar sucediendo lo contrario, existir un tercer factor que provoque a ambas o simplemente podría ser una mera casualidad, algo que sucede más de lo que uno se imagina.

En este artículo el título ya nos insinúa una relación causal: “Fumar marihuana daña el corazón”. El problema estaría centrado en el riesgo de desarrollar miocardiopatía, basada en un tipo de estrés generado por factores emocionales extremos, como el dolor, el miedo, el enojo o la sorpresa. Ya podemos comenzar a sospechar.

La metodología consistió en examinar a 33.343 personas que fueron admitidas con este tipo de estrés durante ocho años y su relación con el consumo de drogas u otras sustancias. La enorme magnitud de la base de datos podría funcionar para convencernos, pero aún así no alcanza. ¿Dónde está el problema entonces?

Es sumamente posible que las personas con niveles altos de estrés, sobre todo provocados por emociones extremas, puedan encontrar en el consumo de marihuana tranquilidad, por lo que la correlación positiva entre el daño en el corazón y el uso de drogas lejos de implicar una relación causal (tiene miocardiopatía porque consumió marihuana) puedan ser simplemente la consecuencia de otro factor (consume marihuana y tiene problemas en el corazón porque vive muy estresado/a).

Resulta importante aclarar que esta posibilidad no implica que no exista una relación causal, pero el diseño de investigación tampoco la asegura.

El uso de marihuana con fines medicinales se comienza a extender en el marco legal con mayor prisa y legitimación a diferencia del consumo recreativo. Lamentablemente, si quisiéramos buscar evidencia científica para enriquecer un debate que muchas veces solo se basa en cuestiones morales o de libertades individuales no tendríamos buenos resultados: la evidencia es escasa, y mayor aún para lo referido al uso recreativo.

Con el correr de los años probablemente se logren mejores metodologías y se presentarán conclusiones más robustas. Mientras tanto, es de suma relevancia estar atentos para detectar y discutir aquellos artículos periodísticos que solo se encargan de difundir correlaciones o casualidades, cuando lo que necesitamos son causalidades.

 

Referencias

https://elgatoylacaja.com.ar/loco-un-poco/

https://www.theweedblog.com/states-voting-on-marijuana-reform-in-november-2016/

Weiland, B. J., Thayer, R. E., Depue, B. E., Sabbineni, A., Bryan, A. D., & Hutchison, K. E. (2015). Daily marijuana use is not associated with brain morphometric measures in adolescents or adults. The Journal of Neuroscience35(4), 1505-1512.

Meier, M. H., Caspi, A., Ambler, A., Harrington, H., Houts, R., Keefe, R. S., … & Moffitt, T. E. (2012). Persistent cannabis users show neuropsychological decline from childhood to midlife. Proceedings of the National Academy of Sciences109(40), E2657-E2664.

http://www.muyinteresante.es/salud/articulo/fumar-marihuana-dana-el-corazon-571479465696

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