El Guasón tiene todo planeado con lujo de detalle y precisión. Conoció en un curso de teoría de juegos el dilema de prisionero y quiere aplicar su versión a dos barcos que navegan con todas sus butacas ocupadas. En uno viajan familias y civiles y en el otro se trasladan presos. Les avisa a los dos ferries, a las once y media de la noche, que ambos tienen instalados una bomba que se activa con un control remoto.
El dilema yace en que el control remoto que tienen los presos es el que activa la bomba de los civiles y viceversa. El guasón les advierte que va a volar a los dos barcos en media hora a menos que uno de los bandos haga explotar al otro grupo antes, en cuyo caso los sobrevivientes podrán descansar en paz.