Friends y la racionalidad común: ellos saben que nosotros sabemos

Afirmar que los humanos son seres complejos no pareciera aportar ninguna novedad al campo del conocimiento. Aun así, la discusión acerca del proceso que siguen las personas a la hora de tomar decisiones no deja de ser un asunto que incluso en la actualidad se sigue debatiendo en el campo de la economía.

Se ha discutido en posts anteriores que a mediados del siglo pasado las distintas investigaciones económicas comenzaron a modelar las decisiones humanas a partir de ciertas premisas. Por ejemplo, se asumió que los individuos son racionales y que esto implica que maximizan utilidades. Es decir, uno (no necesariamente de forma consciente) elije aquellas opciones que podrían generar la mayor satisfacción y brindar  el máximo bienestar posible para alcanzar cierta idea de felicidad.

Dentro de este tipo de razonamientos surgió la llamada teoría de juegos, área que utiliza distintas herramientas (desde conocimientos sociológicos hasta resultados matemáticos) para comprender mejor la conducta humana ante decisiones en las que otras personas también deciden.

¿Qué hace que un jugador de póker aumente o no su apuesta en una jugada? ¿Observa solo sus cartas y las que ya salieron, o también tiene en cuenta las acciones previas de los rivales?

¿Cómo pondero, a la hora de jugar piedra, papel y tijera, lo que eligió el otro en manos anteriores? ¿Busco un patrón? ¿El otro sabe que yo busco uno?

El arquero se tiró siempre para el mismo lado, ¿debo patear al otro palo, o él sabe que yo sé que él se está tirando siempre hacia la izquierda y justo ahora lo va a cambiar?

Son solo ejemplos que no implican que la teoría de juegos solo se enmarca y se aplica a estos contextos. Por el contrario, en la actualidad la teoría de juegos se emplea variadas disciplinas, como la biología, la computación, entre otras.

En pocas palabras, y tratando de resumir un concepto complejo y que requeriría mayor abordaje, la teoría de juegos es el intento de modelar una situación en la que al menos dos personas deben tomar una decisión, y en la que a su vez la decisión que uno toma se ve influenciada por lo que la otra persona puede llegar a elegir.

A partir de este objetivo se intenta modelar la situación tomando en cuenta el número de “jugadores”, la cantidad de decisiones posibles que tiene cada uno y observando los beneficios que obtendría cada jugador en cada una de las combinaciones posibles. Así, un investigador podría intentar resolver el juego y predecir qué es lo que haría cada participante.

Para esto  es necesario suponer (sí, recordemos que estamos en el campo de la economía) algunas cositas. Entre lo que debemos asumir usualmente se encuentra el concepto de la racionalidad común. Para que nosotros podamos predecir qué es lo que los jugadores harán será de gran y vital ayuda suponer que cada jugador es racional. Además, debemos asumir que cada jugador sabe que cada jugador es racional.

Y sí, se puede intuir que este supuesto implica que cada jugador sabe que cada jugador sabe que cada jugador es racional, y así… al infinito.

La primera reacción a este tipo de supuesto puede ser el rechazo ante la aparente complejidad de lo que se pide: podríamos llegar a pensar que nadie supone tanto, y mucho menos de manera recursiva hasta el infinito. Pero tal vez lo expresado pareciera ser complejo por la manera de plantearlo y por eso un ejemplo podría venir bien.

En el final de la quinta temporada de Friends, la serie norteamericana que retrata la vida cotidiana de seis personajes, Monica y Chandler comienzan a tener un romance que se mantendrá en secreto durante varios capítulos.

A lo largo de distintos episodios los enamorados aprovechan sus momentos de soledad para poder estar juntos mientras actúan como si siguieran siendo solo amigos frente a los demás integrantes: Phoebe, Joey, Rachel y Ross.

Sin embargo, por un descuido, Joey comienza a tener varias sospechas sobre la relación y finalmente Chandler y Mónica se lo admiten. Esto es distinto a lo que sucede con las dos mujeres restantes, Rachel y Phoebe, quienes se enteran de casualidad y sin que ninguno de los enamorados sepa.

Lo que caracteriza al capítulo es un eterno juego donde cada grupo, por un lado Mónica-Chandler (MC) y por el otro Rachel-Phoebe (RP), apelan al concepto de conocimiento común de la racionalidad. Lo primero que tenemos es que RP saben que MC están saliendo. Luego, MC descubren que ellas saben que ellos están saliendo. Pero más tarde, RP se enteran de que MC saben que ellas saben. A medida que avanza la complejidad de lo conocido se van modificando las estrategias y esto puede extenderse al infinito.

Lo interesante es que el juego de “saber que se sabe” no termina nunca mientras que las decisiones deben ser tomadas en algún momento en particular.

Desconocemos si el arquero de Ghana lo conocía, si estaba al tanto de lo que podía llegar a ser y hacer. Tal vez sí, tal vez se le había pasado por la cabeza, pero probablemente pudo llegar a imaginar que el otro sabía que él sabía y por eso decidió tirarse a un costado. Tal vez el arquero había hecho un curso de teoría de juegos, ese que le faltó al Guasón, pero tal vez el error fue asumir demasiado, asumir racionalidad justo en el único sujeto del universo al que se le puede llegar a cruzar por la cabeza picar la pelota en un penal decisorio de cuartos de final de un Mundial.

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